La dura vida del repartidor, su día a día aguantando las eternas muestras de decadencia mental de esos clientes que «siempre tienen razón.» Antes de empezar, es humor si en algún punto os sentís ofendidos pues rellenar un formulario o que sé yo puede que os estéis viendo reflejados.
1. Días de lluvia, llegas empapado pero de arriba abajo, nada de unas gotitas y lo primero que te suelta el cliente es «¿Llueve?» Y claro por dentro le estas diciendo «Vamos a ver gilipollas pero ¿No me ves? ¿Quieres parecer simpático? Pues no, pareces gilipollas.» Pero por fuera sonríes afirmando… Y todavía antes de partir te dice «Vaya noche para repartir» Si claro que si, campeón que el repartidor no se había dado cuenta de la noche de perros.
2. El perdido. Recibes un pedido, lo preparas miras la calle y vas hacía allí, calle de la amargura nº cualquiera. Y cuando llegas ¡Error! Te dicen que no es ahí, pues nada llamas al cliente (esperemos poder hacerlo porque también los hay que dan el número mal o ni lo dan). En ocasiones por si fuera poco estos clientes confusos viven en la otra punta de la ciudad y te preguntaras ¿En serio no sabes donde coño vives? Oye, espero que encima no te toque el típico gilipollas que luego te suelta que tardo algo en llegar el pedido encima de confundirse él.
3.¿Hola, educación? Llegas a entregar el pedido, te abren la puerta y sin decirte hola prácticamente te lo cogen de las manos y se meten dentro, si no han pagado con tarjeta se limitaran a un «¿Cuánto?» y esperar la vuelta. No sé, pero a mí me darían ganas de decir «Venga chao, así y te atragantes» No creo que cueste mucho un buenas noches, un gracias… que son humanos y a todos nos gusta recibir un trato correcto al menos.
4. Complejo de la maja desnuda. A ver, no vamos a mentir que algunas personas así con un cuerpo interesante nos abra sin ropa suena erótico, el problema surge de que no es precisamente Laponia Lapiedra o Brad Pitt los que abren así la puerta o en ropa interior. En serio, cada uno en su casa que vaya como sea pero podemos ahorrar al repartidor la incomodidad de no saber ni dónde mirar. A propósito de esto, uno de mis repartidores cercanos me han comentado que durante la pandemia hubo gente que les abría sin ropa pero con mascarilla ¿Todo bien en casa?
5. Sálvame de vecindario. Esto pasa sobre todo en los barrios, te hacen un pedido de un domicilio a dos calles de distancia, alguno incluso de la misma calle, se lo hacen y es que no sacas ni la moto o la bicicleta, vas caminando. Justo cuando ya tiene el dinero en la mano lanza la primera pregunta «¿Viste lo que le paso a Fulanito?» No hay respuesta correcta, es una pregunta con trampa. Si dices que no, te contara hasta la primera comunión del fulanito y si dices que si ya sabes, comentar el chismorreo es lo que toca. Le dirás que tienes prisa dos o tres veces pero aun así… te pedirá perdón al menos tres veces antes de dejarte huir. Cliente habitual, amigo de jefe, no podrás decirle un «Vete a la mierda ya que hay otros 3 clientes esperando». Aclaro que en este punto me refiero a cuando el repartidor tiene prisa, no cuando él puede y quiere mantener una charla.
Por último, gracias a los repartidores que día a día nos aguantan muchas veces los clientes no lo ponemos fácil y también gracias al repartidor que me ayudo con este top, aunque decir que él me hablo de muchos otros clientes y de muchos no por lo malo si no también por lo bueno.
-Noelia García